Las briquetas son una solución con más potencia calorífica que la leña para chimeneas insertables, son más limpias, más fáciles de transportar y almacenar. En cambio, la leña es ideal cuando queremos que el fuego perdure más horas o para cocinar a la brasa.
La leña y las briquetas son dos soluciones de consumible para la calefacción que provienen de la madera, pero hay que tener en cuenta sus diferencias a la hora de elegir una u otra. En primer lugar, la leña tiene una potencia calorífica de entre 2000 y 2200 Kcal (kilocalorías), mientras que las briquetas prácticamente tienen el doble, entre 4700 y 5000 Kcal.
La potencia calorífica es pues un aspecto importante a la hora de escoger un consumible. Y en términos generales, es aconsejable utilizar briquetas cuando se tiene una chimenea insertable con recuperador de calor o una estufa que podamos regularle el consumo. En segundo lugar, la briqueta es un consumible extremadamente seco, que sólo contiene como máximo un 9% de agua. La leña, en cambio, contiene una media de un 25% de agua, aproximadamente.
En consecuencia a esta poca humedad que tienen, las briquetas arden mucho más deprisa que la leña. Es por ello que se hace imprescindible poder regular el consumo con las chimeneas insertables, con un recuperador de calor de altas prestaciones. Y, en este sentido, utilizar una chimenea con recuperador de calor, alternando leña o briquetas, según las necesidades del momento, es un complemento muy eficiente que contribuye al ahorro económico en calefacción.