Con la llegada del frío, encender la chimenea se convierte en un placer imprescindible para disfrutar de una casa acogedora y cálida. Sin embargo, para obtener el máximo rendimiento es importante conocer bien tu chimenea y cuál es el tipo de leña más adecuado. En este artículo te explicamos cuál debe ser el grado de humedad de la leña para conseguir una combustión eficiente, segura y potente.
¿Cómo escoger la mejor leña para tu chimenea?
No todas las leñas son iguales, y es importante elegir una de calidad. Las maderas más utilizadas son las duras, como la encina, el roble y el haya, ya que tienen un poder calorífico superior y arden más lentamente. La madera de pino, aunque se enciende rápidamente, genera más residuos y tiene un bajo poder calorífico. Por eso, es recomendable utilizarla para encender la llama inicialmente y, después, combinarla con una leña más dura.
Leña seca vs leña húmeda: ¿qué debes saber?
El grado de humedad de la leña debe ser de aproximadamente el 20% o inferior. Si la leña está demasiado húmeda, el calor que generará al encenderse se utilizará para vaporizar la humedad y no para calentar. Además, una leña demasiado húmeda emitirá más humos y residuos, tardará más en consumirse y su capacidad calorífica será inferior.
Para obtener una buena combustión, es esencial que la leña esté seca. ¿Cuáles son sus ventajas?
Mayor poder calorífico: La leña seca contiene menos humedad, lo que le permite producir más calor por unidad de volumen cuando se quema. La leña húmeda, en cambio, tiene una eficiencia energética inferior, ya que parte de la energía se destina a evaporar la humedad en lugar de generar calor.
Menos humo y hollín: Una de las ventajas más importantes de la leña seca es que produce mucho menos humo y hollín durante la combustión. Esto permite una combustión más limpia y segura, y prolonga la vida útil de la chimenea.
Facilidad para encenderse: La leña seca se enciende rápidamente, con menos esfuerzo, y permite que el fuego crezca de manera más eficiente y controlada.
Menos emisiones: Durante la combustión, la leña puede liberar gases contaminantes, como los compuestos orgánicos volátiles (COV), y partículas finas que pueden afectar la calidad del aire. Cuanto más seca esté la leña, más limpia y respetuosa será con el medio ambiente.
¿Cómo almacenar correctamente la leña?
Para asegurarte de que la leña esté lista cuando la necesites, guárdala en un lugar seco, con buena ventilación y elevada del suelo para evitar que absorba humedad.
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